viernes, 21 de agosto de 2009

Polis

Lo terrible, lo realmente aterrador, es que las ciudades grandes crecieron pero sus gentes no.

jueves, 21 de mayo de 2009

Inocente

La luz, en forma de un rayo diáfano, tras recorrer toda la habitación salió por una ventana y fue a parar al horizonte. Un pequeño charco retrocedió como un hilillo por el suelo hasta encontrarse debajo de la mesa. Las gotas comenzaron a elevarse y llegaron al borde de la tabla, allí entraron en unos cabellos encrispados y frios por la noche. El cuerpo se levantó de repente en un balanceo violento, algunas gotas de tinta volvieron a la punta de una pluma que saltó de la mesa a la mano derecha y luego todas volvieron al papel. El color rojizo volvió a su cara. El hacha retrocedió junto con la mano que la sujetaba y se movieron lentamente hasta llegar a la puerta que se cerró con la otra en la perilla, para dejar a la asesino perderse en la oscuridad.

domingo, 15 de marzo de 2009

Lugares I

La esperanza se mide en sus ojos
y se va mezclando en el aire
con un vago hedor, a puertas abiertas.

Caminan taciturnos por estos pasillos
mientras yo los miro de aquí abajo
sentado a la mitad de sus caminos.

Afuera hay un sol que rompe
en nostalgia sus esperanzas
Pero ya sus entrañas conocen
lo que ha de suceder,
y se oye el cerrar de una puerta
como un llanto apagado
como una noticia extraña.

sábado, 21 de febrero de 2009

Ojos Cerrados

Como suavizando la historia, el viento roza su almohada. ya las libélulas formaban parte de su amnesia provocada por el amanecer.Una nota en la mesa, el desayuno servido (huevos en un plato que se veía un poco grande ocupado por algo tan pequeño y jugo de naranja servido en un vaso de vidrio, por cierto la única clase de vasos que había en su casa, chorreado en un costado.).No se dio cuenta cuándo se había despertado a pesar del abrupto cambio del paisaje, pues pasó de no entender nada a entenderlo todo, en un segundo.

El desayuno ni lo miró, pero supo que estaba ahí desde que había despertado pues era lo acostumbrado, además el olor, desde ese entonces, ya bañaba sus fosas nasales de una manera casi imposible de ignorar. Era un olor a odio, a algo hecho porque sí, por salir del paso, mal hecho; nada que le gustara. No sabía por qué seguía haciéndolos si no los iba a hacer bien, si nada lo (la) obligaba. ¿la nota en la mesa? Sólo algunas instrucciones de cómo hacer para no dejar quemar la casa y una hora de llegada  que más bien parecía de salida, todo escrito con una letra garabatosa, difícil de entender, como hecha en la oscuridad y a la carrera.

En todos los seis años de vivir juntos nunca la (lo) había conocido, no sabía su peso, ni que tan alta (o) era, ni su talla de camisas, su número de zapatos, no sabía cuál era su forma favorita de preparar el café o su pasatiempo. Sólo tenía idea de su olor, estancado en los pasillos. Un perfume “unisex”, un olor que no se podía distinguir entre de hombre o de mujer, de niño o de adulto, un olor algo confuso pero marcado y penetrante. Alguna vez creyó que se trataba de un perfume para mujer, una mujer algo así como pelirroja, de unos veintisiete años, cabellos largos hasta la cintura, un poco rizado, algo bonita. Pero supo que su suposición era fallida, pues se dio cuenta que ésta se debía, simple y llanamente, a su profundo deseo  que aquél ser con quien compartía su vivienda fuese de su sexo opuesto y así por fin establecer una relación, con alguien en el mundo real, que se basara en más que preguntas acerca del coste de un producto y respuestas de números, interesadas, aunque disimuladamente encorvadas hacia la amabilidad necesitada por la posición de quien responde (hipócritas, simplemente).

Salió de su cama en un momento de decisión, gracias a que en ella se hallaba pensando en las cosas que tanto temía, como en un gran monstruo capaz de volar de para atrás (pues el Goofus Bird le enseñó) de nadar y caminar al mismo tiempo, poseedor de dos mil cabezas, las cuales se desvanecían en un hedor sofocante cada vez que encontraba en la mente de su oponente, pensamiento alguno capaz de acabar con él, pensamiento que devoraba para saciar su hambre.

Al salir de la cama se dio cuenta que prefería el clima bajo los cobertores, bajó las escaleras no sin antes tener que oler aquel perfume desconocido cuando pasó por el pasillo que comunicaba la puerta del cuarto con el primer escalón. Cuando se encontraba abajo, el olor del ambiente cambió, pasó de ser aquél confuso a ser el ya conocido de los huevos servidos, el jugo de naranja en vaso de vidrio chorreado y la nota en la mesa. Se hizo su propio desayuno ya que odiaba los huevos en su repudio hacia el color de su centro y el jugo de naranja por las mismas razones. Algo que tampoco entendía era el porqué de la insistencia de aquella persona en seguir haciéndole huevos y jugo de naranja, cuando ya él había dejado múltiples notitas en la mesa, encima de los huevos sin cocer, al lado de las naranjas, en la puerta de la nevera bajo souvenirs de imanes y todos esos lugares que una persona que va a preparar huevos y jugo de naranja necesita visitar, diciéndole que si le iba a hacer el desayuno, por favor, encarecidamente, no le hiciera huevos y jugo de naranja, pues no eran de su agrado.

Después de desayunar algo que sí era de su agrado, subió hacia el baño a propósito de ducharse, para luego vestirse y no salir oliendo a desayuno, desayuno y perfume mezclados, a ver si por fin lograba tener una relación con alguien del mundo real, que se basara en más que preguntas sobre el coste de un producto y respuestas interesadas aunque disimuladamente encorvadas hacia la amabilidad necesitada por la posición de quien responde, aunque sabía que esto no se realizaría con alguien real.

Siempre se había preguntado por qué no tenía a alguien y una de las respuestas era que tal vez aquellos con los que trataba de entablar una conversación fuera de los límites de su casa, pudieran leer la mente y ver en la suya esa desesperación que sentía por poder preguntar algo más que ¿dónde debo pagar el parte? Disculpe señora, ¿me podría decir la hora? Hace calor hoy, ¿no? Pero después de múltiples pruebas se dio cuenta que los humanos no poseían esa cualidad, a menos que él fuera el único que no, posibilidad que consideró.

Como se puede inferir, hasta ahora el hombre no había encontrado una respuesta convincente a la pregunta que todavía no dejaba de desvelarlo.

Al fin salió a la calle en busca de alguien, fingiendo necesitar más de lo que ya tenía en su alacena. Paseó por varios supermercados tratando de hablar con cajeros o vigilantes (cuando digo cajeros  sépase que no estoy hablando de esos aparatos de donde se roban grandes sumas de dinero ya que los mismos son atractivos para los ladrones de ilusiones, gracias al colorido de sus entradas y logotipos y a lo feliz que se ve la gente en televisión cuando está cerca de ellos en los comerciales.

Después de bastantes (demasiados) intentos fallidos decidió regresar a casa y lo hizo despacio, conservando la esperanza, pero tampoco en el camino logró su objetivo. Al fin en su destino desempacó las compras y se encargó a esperar a su compañero (a) de vivienda. Esperó hasta muy tarde, pero el sueño lo venció una vez más y el control de la televisión se resbaló de su mano para caer en una alfombra con motivos extraños.

Esa noche-madrugada se levantó rozando las cuatro a.m. por alguna extraña razón que no busco comprender sus ojos estaban completamente cerrados, pero no tropezaba con nada, como si se supiera el camino de memoria, como si ya lo hubiera recorrido desde hace mucho tiempo atrás. Bajó a la cocina, ojos cerrados, coció unos huevos, los cuales sirvió en un plato que parecía muy grande con ellos en él, hizo jugo de naranja y lo sirvió en un vaso de vidrio pues no había más clases de vasos en su casa y dejó todo esto en la mesa. Tomó uno de los papeles que tenía encima de la nevera, de esos que se usan para anotar números de teléfono y citas odontológicas para pegar en la puerta del refrigerador y, garabateó en el papel una nota que dejó al lado del desayuno servido. Subió a su cuarto y siguió durmiendo con los ojos completamente cerrados.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Remordimiento

vechio rimorso
A veces, cuando recuerdo
y me despierta un sabor amargo
sucede que se desvanece todo
que todo se arremolina
y se asoma un humo oscuro
como de incendio

Pasa que veo tu rostro tenue
de respirar cansado
y me marea un olor forastero que inunda mi memoria.

A veces cuando recuerdo
no soy capaz de imaginar
de sentir de nuevo todo
pero intento
aunque la lluvia nocturna 
aun tenga grabado en sus gotas
ese claro timbre de tu voz.

jueves, 26 de junio de 2008

Te Vi Soñando...

y una pesadilla me despertó...
Te vi soñando
y mi fantasia se fusionó y fue a dar en tu cabeza
Y abstraido como estaba
mi mano sobre mi cara, mi codo sobre tu cama
Las realidades fueron una
Y sin dudarlo salté a las sábanas
y preparado soñé contigo

lunes, 28 de abril de 2008

Solo

Éste cuento lo escribí cuando estaba en séptimo:

Solo, estaba encadenado. Ahí, solo, simplemente, solo.
Las cadenas rodeaban su cuerpo, como una boa rodea el frágil cuerpo de un ratón, antes de devorarlo.
En la ciudad, todos estaban tranquilos, a pesar del suceso que vivió ésta, hace ya más de cien años. Mientras los chiquillos jugaban en las ruedas y los novios paseaban por el parque; Solo, desde lo más profundo y recóndito de su interior, sacó las fuerzas suficientes para romper su cárcel, salió y, en solo unos segundos, llegó a aquella ciudad y destruyó todo lo que el hombre se había esforzado en levantar durante más de trescientos años.

- Jose! a comer!- dijo lucia, la mamá de un pequeño chico.
- ya voy mamá!
Jose salió de su cuarto, apagó la luz y dejó a solo en medio de una ciudad en ruinas.